Nooo, todo no está
inventado. Aún nos pueden sorprender y es que la industria alimentaria está
revolucionada.
Recuerdo cuando las
patatas fritas de bolsa tenían dos sabores: las de toda la vida y las de sabor
a jamón. Hace pocos años la cosa comenzó a animarse.
Primero fueron las Lays
sabor aire, enseguida la competencia saco sabor a huevo frito, sal y vinagre,
hierbas provenzales y un larguísimo etcétera.
Hace dos años en
Santoña, productores locales sacaron sabor a anchoa, pero aún faltaba la última
vuelta de tuerca.
A mí es que se me escapa
la risa, pero sigamos. La marca de patatas fritas lituana Chazz, no contenta
con sacar una gama de patatas fritas con crema agria (¿quién coño se podrá
comer eso?) ha sacado al mercado las patatas fritas con sabor a vagina.
Sobre gustos no hay nada
escrito, pero vaya, imagino a los catadores dando lametones a una vagina de
prueba y luego comiendo muestras de patatas fritas. Hay trabajos que no están
pagados.
O quizás han hecho unas
patatas con sabor a bacalao que es lo primero que se te viene a la cabeza
cuando tienes la lengua ocupada.
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