martes, 27 de junio de 2017

Gracias Burriquín







Recuerdo con añoranza el día que tal como hoy, cuarenta y dos años ha, inauguraron el primer Burriquin. Seis años se adelantó a su primo Ronald Mac Donald. Pero para mí no hay color, donde se pone una doble Whopper  no se pone ningún Mac Algo.


Y eso que añoro los restaurantes autoservicio Topics con su zona de parrilla como los volcanes de Mordor, donde un esforzado y sudoroso empleado surtía de churrasco a los más pudientes y de lo que entonces conocíamos como hamburguesas a los menos pudientes.


Si, hasta aquél excelso día, una hamburguesa era una lámina gruesa de carne picada, pasada por la parrilla (de verdad) y a la que le echábamos kétchup y mostaza con fruición, todo esto sobre un plato mondo y lirondo, nada de embutirlo entre dos trozos de pan acompañado de verdura variada. Nunca se nos hubiera pasado por la cabeza, entre otras cosas porque teníamos el claro ejemplo de Pilón, el compañero de Popeye el marino, cuya frase favorita era: ”con gusto me comería un par de hamburguers” y acompañaba a la frase deglutiendo dos hamburguesas sin ningún aderezo vegetal.






En fin, aquél día algo cambió, nos dimos cuenta que podía haber algo más amargo que portar el uniforme del portero del hotel Ritz o de guardabosque del parque del Retiro. ¿Qué fue antes, el uniforme de las azafatas del Un,dos,tres o el de los sufridos empleados del Burriquin?


Haz la carrera de Económicas para terminar disfrazado de esta guisa debe de ser un hecho tremendamente doloroso.

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