Y es que mi primo Julio poco a poco se va haciendo con un lugar en el olimpo de la fama. Esta vez se hizo tristemente famoso al ser alcanzado por un huevo cuando estaba con un político del que ahora no caigo en su nombre ocultado por el renombre de mi primo.
Cuando algunos medios insisten que el huevazo iba dirigido al bueno de Pablo, yo tengo muy claro a quén iba dirigido, cuando uno llega a la cima es inevitable ser el blanco de filias y de fobias y de huevos, qué se le va a hacer.
Querido primo: la próxima vez lleva casco o ponte del otro lado, ocultándote de los francotiradores.
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